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miércoles, 7 de marzo de 2012

"Hilos de sangre", de Gonzalo Torné





   La celebérrima revista Granta, en su versión española, publica en verano de 2010 la polémica –como no podía ser de otro modo- lista de los veintidós mejores narradores en castellano por debajo de los treinta y cinco años (1975 en adelante). En esa lista están todos los que se preveían –Olmos, Pron, Neuman, Barba, Navarro, Zambra…- y algunos que no. También  hay, por supuesto, ausencias notables como la de Juan Sebastián Cárdenas. No me importa, sin embargo, esta lista. No me importa, en general, ningún tipo de lista. Pero lo que sucede varios meses después es algo tan sintomático de este tipo de ocurrencias que no puedo sino nombrarlo.
   En otoño de 2010 es hecho público el fallo del conocido Premio Jaén de novela, que viene a ser algo así como el Premio Mondadori de novela. Bien, el ganador resulta ser Gonzalo Torné, un escritor nacido en 1976 con una sola obra publicada antes del fallo que no se encuentra, obviamente, entre los integrantes de esa lista. Hasta aquí no hay nada de extraño, es razonable que Torné no entrara e incluso justo teniendo en cuenta otras ausencias y lo anónimo de su trayectoria. Sin embargo, no puede uno evitar sonreírse cuando lee este libro y comprueba que tiene talento, fuerza, estilo suficiente como para convertirse en una de las cinco mejores obras publicadas por autores de esa lista, incluso en la mejor si hablásemos solo de autores españoles –y le diesen el diploma de honor a Trenes hacia Tokio.
   Dicho esto, en Hilos de sangre nos encontramos con una obra seria, madura, de autor que ha sabido exprimirse y que ha leído a Roth, a Bellow, a Marías hasta la saciedad. De autor que toma prestado algo de un Benet, de un Pynchon, y lo tritura para facturar un libro que se lee con una facilidad impropia. De autor que es capaz de escoger un tema tan manido como es aquel de los dos bandos y ofrecer, quizás, un punto de vista relativamente innovador, enfocado desde la óptica de un individuo que nació ayer. De ofrecer una Barcelona rabiosamente actual y de someterla, como lo hace Ferrer Lerín, a una revisión estricta respecto a su recurrente visión de urbe cosmopolita. De crear todo un héroe contemporáneo como es Joan-Marc.
   Se diría, nítidamente, que estamos ante un nuevo Javier Marías si no fuera porque dudo –a mi pesar- que este libro haya sido un éxito de ventas. Mas todo camino será recorrido. Pronostico, por tanto, dos grandes autores que surgirán de esta generación de 1975 –parcialmente retratada en Granta- y que responden al nombre de Alejandro Zambra y Gonzalo Torné. La quiniela está echada. 





1 comentario:

  1. Vaya parida. Carrión tiene mucha más posmodernidad que Tonré.

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